Este fin de semana lo he pasado en Ferrol con unos amigos del mundillo del aerosol, hemos ido a pintar a una fábrica abandonada (la típica llenita de mierda) en un pueblo cercano, San Sadurniño, donde pasamos unas cuantas horas entre risas, anecdótas y como no, pintura.
Aquí una cosa rápida que pinté dentro de una habitación digna de una película de terror, no se veía prácticamente nada, excepto un buen puñado de arañas.
Me encontré con un cojín-pirata...
Y me pinté a este cabezón tatuado en homenaje a todos los cabezones del mundo, que son muchos...